Dios guía aún a los despistados.
Ayer se me olvidó algo. A todo el mundo se le olvidan cosas de vez en cuanto, pero desafortunadamente es mi modus operandi. Los que me conocen lo saben y a menudo me llaman o me recuerdan donde debo estar y con quién. Estaba pasado el día con una amiga mayor de nuestra congregación. Cuando nos encontramos a la hora programada, me di cuenta de que ella había planeado estar todo el día conmigo, no solo la mañana y decidí relajarme y disfrutar de lo que ella quería hacer. Sobre las cuatro de la tarde me entró una llamada recordándome que teníamos reunión en media hora. Mi amiga fue muy flexible y amable, y me dijo que no había problema, que terminaríamos nuestro plan otro día. No me podía creer que había olvidado algo tan importante, ¡otra vez! Empecé a andar a toda pasta a donde había dejado mi coche. Madrid está hermoso, es justo final de primavera, no hace calor y todo sigue muy verde. En el camino me vuelven a llamar para decir que la reunión se había aplazado. Desaceleré mi paso y mi carrera se convirtió en un paseo. Tenía sed, así que paré en una de las muchas terrazas que están en las esquinas de Madrid en verano. Tomé una Coca-Cola que me supo a gloria, disfruté de la briza y dentro de nada estaba caminando tranquilamente de vuelta hacia mi coche. Pasé por delante de un grupito que hablaban entre sí y uno me llamó la atención. "Pienso que conozco a ese hombre", me dije "Él se reunía con nosotros en la iglesia". No estaba totalmente segura porque había pasado tiempo que no lo veía, de hecho varios años y dudé en interrumpirles. Sería un poco raro si no es la persona que pienso que es, pero no tenía nada que perder y me acerqué a ellos. "Eres José?" Le pregunté. Se sorprendió en verme, sabía quien era y me dio las gracias por haberme parado para preguntar. Hablamos varios minutos, me dijo que su espíritu estaba necesitado y quedamos en vernos pronto.
¿Cuántas veces nos topamos con alguien y pensamos que es pura casualidad y no lo vemos como algo orquestado en el cielo?
¿Hubiera visto a mi amigo si no hubiera cambiado mi velocidad de carrera a paseo?
¿Si no hubiera parado para tomar algo, hubiera estado él allí? Podría haber caminado por otra calle y nunca haberlo visto. Pero no. Dios aún nos guía, aunque se nos olviden reuniones y citas.